La rosácea es una condición crónica que causa enrojecimiento en la piel de la cara, que puede presentar pequeñas protuberancias rojas llenas de pus. Se puede diagnosticar si presenta los siguientes síntomas: inflamación, venas visibles, calor en el área, bultos, pústulas, picazón, enrojecimiento y cambios en la textura de la piel. Estos síntomas pueden fluctuar, disminuyendo durante días y empeorando en otros. La rosácea puede pasarse por alto como acné u otros problemas de la piel. Este padecimiento puede empeorar con: calor; la exposición al sol sin protección; la exposición al agua caliente; la ingesta de ciertos alimentos (calientes, picantes, bebidas endulzadas, tés, café, o alcohol); lavado con jabones y productos abrasivos; y falta de hidratación.
La rosácea no tiene cura concreta, pero podemos mejorar la apariencia de la piel e incluso revertir el daño ya establecido (enrojecimiento, venas muy marcadas en el rostro) con distintas tecnologías láser (Ellipse y ADVA) y medicamentos dermatológicos.